Mujer de oro
En 2007, Nadis Milena Londoño recibió la designación honorífica Antioqueña de Oro por la Gobernación de Antioquia, en reconocimiento a su largo trabajo con las mujeres del oriente antioqueño. Digna merecedora de esta mención, Nadis apostó toda su vida a la construcción de paz, a la reconstrucción de los corazones rotos por la guerra, y brindó grandes aportes para lograr condiciones de vida digna para las familias de su región.
Es por ello que también fue honrada con otras distinciones como el Reconocimiento al trabajo en procesos de formación, organización, reconciliación y desarrollo con equidad en el Oriente Antioqueño otorgado por el movimiento de mujeres de esta subregión; el Reconocimiento al trabajo social y comunitario por el Concejo Municipal de La Unión; y el Reconocimiento a la promoción de derechos humanos y construcción de paz con justicia social por el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP).
Con la certeza de que con su formación y constante aprendizaje podía aportar a conseguir reales cambios, no escatimó en su educación. Socióloga de la Universidad Autónoma Latinoamericana, también obtuvo otros títulos académicos como su diplomado y especialización en Actuaciones psicosociales en violencia política y catástrofes de la Universidad Complutense de Madrid; Diplomado en promotoras de vida y salud mental de la Universidad Pontificia Javeriana; Formación internacional en constelaciones familiares de la Corporación Sabia en alianza con la Universidad Multicultural CUDEC de México, entre otros que certificaron sus estudios en ciudadanía y política con perspectiva de género, derechos humanos y desarrollo sostenible.
Su papel en campo fue determinante para paliar y aliviar las hondas heridas del conflicto armado y así incidir en el desarrollo de su territorio. Coordinó procesos de formación ciudadana con perspectiva de género y de formación psicosocial en el Oriente Antioqueño destinados a familias y mujeres victimizadas en el marco del conflicto armado, que incluyeron a la Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño (AMOR) y la Corporación Vamos Mujer. Fue fundadora y coordinadora de procesos de vivienda de interés social con mujeres víctimas y sobrevivientes del conflicto en el municipio de La Unión. Así mismo, asesoró iniciativas regionales de organización de víctimas y acompañó programas de formación a Promotoras de Vida y Salud Mental (PROVISAME) para el acompañamiento psicosocial y procesos de memoria histórica con el Programa por la Paz - CINEP por más de diez años. Durante esta década, Nadis constató el poder del Abrazo como espacio colectivo de sanación, donde víctimas del conflicto se convirtieron en las Abrazadas por las PROVISAME, mujeres, también víctimas, formadas para ayudar a otras que padecieron dolores similares.
Igualmente, participó en proyectos de formación a mujeres campesinas para dinamizar la economía rural y procesos de paz en sus territorios con la Corporación Vamos Mujer de Medellín y también con la ya mencionada Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño (AMOR); fue profesional psicosocial en el Proceso de formación y acompañamiento psicosocial a víctimas de la ciudad de Medellín con la Universidad San Buenaventura, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y Alcaldía de Medellín. Además, llevó su contribución hasta la región de Urabá, donde acompañó la formación a líderes psicosociales con la Casa de Funerales San Nicolás.
En el campo académico dejó, también, un aporte significativo. Fue docente universitaria en la Facultad de Comunicación Social, Universidad Católica del Oriente (UCO), sede Rionegro. Participó en procesos de investigación y sistematización en temas de género, organización, movimientos de mujeres y violencia sexual contra mujeres niños y niñas; así como en la construcción de pedagogías para el acompañamiento psicosocial a víctimas; redactó artículos relacionados con iniciativas no oficiales de memoria y participó en intercambios de experiencias a nivel internacional.
Por ocho años, Nadis Londoño acompañó, como profesional psicosocial, los proyectos artísticos que he desarrollado con víctimas, sobrevivientes y dolientes del conflicto armado. Y me acompañó a mí misma como amiga y hermana. Nos apoyamos mutuamente en momentos muy duros de la vida. Concretamos ideas que parecían imposibles trabajando jornadas maratónicas. Pero lo que tendré siempre presente fue cómo la risa iluminó nuestra amistad, reímos tanto… siempre hubo lugar para celebrar la vida, alegramos los días y alivianamos las cargas.
En El Sosiego, creamos un espacio en el que buscamos hacer realidad un centro de sanación, en sus palabras: “un lugar para potenciar la vida y emprender procesos que aporten a dignificar y reconstruir proyectos vitales. En este lugar llamado El Sosiego, me dediqué a cultivar plantas, a hacer baños para el cuerpo y conectarme con el poder de la naturaleza”. Desde esta perspectiva, Nadis promovió, durante cuatro años aproximadamente los círculos Entre Mujeres, encuentros para: “celebrar la vida, la libertad y autonomía; para contribuir a que las mujeres puedan ser dueñas de sí mismas, de sus intereses y sueños; generando un espacio entre iguales que permite un proceso de identificación, acompañado de un ambiente de confidencialidad, de respeto y apoyo mutuo”.
Tras su ausencia, hay paz en el alma, en parte, gracias a las enseñanzas que ella misma nos dejó sobre la vida, el amor, la violencia, la enfermedad, la muerte y el duelo. Pero al redactar su hoja de vida en pasado, no deja de aflorar una pequeña pero horadada tristeza, la de reconocer el fin de su ciclo acá con nosotros. En vida, Nadis se entregó, en gran medida, al abrazo de los demás. Con una fortaleza sobrecogedora encaró las duras enfermedades que le sobrevinieron, siempre con la convicción de ayudar a sanar las memorias heridas de una sociedad con unas dolencias más graves que las propias.
Ante su recuerdo, una gratitud tan inmensa como la aflicción que nos deja su partida. Abrazo a su familia por la pérdida de una compañera, de una esposa, de una madre. Su legado es, sin duda, uno de los más importantes para la memoria del conflicto armado en este país, pero sobre todo, para los corazones de las mujeres que acompañó en sus duelos, ellas mismas que, también, con profundo agradecimiento y flores en sus manos, la despidieron en un camino de honor, a la entrada y salida de la iglesia donde su vida y muerte fueron honradas sagradamente por quienes amamos a esta mujer de oro.
El Sosiego y el Oratorio serán un homenaje a su recuerdo y legado, proyectos que seguirán adelante con la fuerza y belleza de su memoria. Así, su hoja de vida se seguirá escribiendo en las vidas que ayudó a rescatar de en medio del dolor, y en quienes seguirá incidiendo a través de los saberes que estas mujeres compartirán con otras.
Por el tramo de la vida que nos acompañamos, nos alegramos y reímos, gracias, gracias, gracias.
“Este recorrido por más de quince años me ha posibilitado muchos aprendizajes, he podido ver y acompañar el dolor en muchas regiones del país, lo que me ha hecho fuerte, sensible y dispuesta a contribuir a un cambio necesario. He conocido historias de mucho dolor, pero también la resistencia de las personas que se ha levantado y logrado retomar su vida.
La reconciliación con la vida, la elaboración de las violencias y la sanación, parten una labor que pasa por lograr nombrar lo que ha pasado, por tener un ambiente seguro para contar las historias de dolor y violencia que han atravesado la vida de las mujeres”.
Nadis Londoño.