Relicarios
Reliquaries
Antioquia, Colombia
2011-2015
técnica mixta
(tripolimero de caucho)
30 x 30 x12 cm
mixed media
(rubber tripolymer)
11.8 x 11.8 x 4.7 in
Relicarios
Reliquaries
El resultado de la ausencia del ser amado no es otro que el dolor. Dolor: esta es la herencia que ha dejado tras de sí el conflicto armado interno que ha devastado Colombia durante más de 50 años. Precisamente es el dolor en su dimensión más profunda lo que plasma Erika Diettes en la obra "Relicarios". Ahora bien, entrar en el universo de “Relicarios” es abrir el espíritu a otra forma de percibir el sufrimiento de las víctimas, dado que sobrepasa toda cuestión política, económica o ideológica, al ser configurado como un espacio en el que cohabitan y se mezclan de una manera trascendente decenas de testigos y testimonios de una misma historia.
“Relicarios” aparece en medio de la tragedia como un faro de luz que logra despojar del horror a las imágenes. Diettes dirige su creación a los aspectos más importantes para las víctimas de cara a la creación artística: la visualización del problema y sus efectos de sensibilización y transformación; cuestión que resuelve bellamente con una obra que dignifica a las víctimas al no reducirlas, como decía Tzvetan Todorov, a una categoría; tratando no solo a cada víctima, sino también sus objetos y su testimonio como un material infinitamente frágil y precioso.
Las memorias de desaparecidos y caídos conviven allí, en el silencio que suscita el dolor de las víctimas; coexisten creando un ambiente armónico y profundo que tristemente revela la faceta más obscura del ser humano mientras apuntan a un concepto superior, lo sagrado. Es gracias a esto que más allá de la procedencia identitariamente única de cada relicario, en la puesta en común y en la ausencia de rótulos, el espectador encuentra su propio lugar en la exposición, extrayendo a partir de cada recorrido un reflejo de sí mismo. Estos trazados hacen presente la diversidad, lo particular, lo totalmente ajeno y extraño de cada concepción de la vida, así como lo que es universal en la asimilación de la muerte. En esa línea, la propia disposición de las piezas condiciona físicamente a quien las observa, obligándole a agachar la cabeza o a ponerse de rodillas como quien intenta leer los nombres escritos en las lápidas de un cementerio. La obra incita ineludiblemente a participar de ella en una posición contemplativa.
Ciertamente, esta obra sólo es posible en toda su magnitud cuando se hace desde una lectura de lo trascendental y trascendente de cara al mensaje de sanación y exhortación, no solo para los familiares de las víctimas o los colombianos en general, sino para el mundo actual, en tiempos en que conflictos de todo tipo asolan diferentes países y comunidades en distintos continentes. “Relicarios”, de Erika Diettes, es una oportunidad para enseñar lo que más de cinco décadas de guerra ha dejado en Colombia y ofrecer así un testimonio de alcance universal, puesto que consigue documentar e incluso historiar lo que sucede con una sociedad que intenta sobrellevar la pérdida de doscientos veinte mil de sus miembros a causa de sí misma. El resultado no puede ser otro, “Relicarios” recuerda al espectador que el único mecanismo posible para un país en su intento por canalizar tal magnitud de dolor es, como la propia artista ha dicho, “declararse en un duelo eterno”.
The newest creation from Diettes, Relicarios — still in process — explores sculpture. A set of cubes that could also be called packaging or capsules, are arranged on the floor as though they were graves.
The cubes are 30 x 30 cm. x 12 cm. high. They are made of rubber tripolymer, a gluelike substance that is transparent when submerged. Embedded in them are garments and objects that, as in the Rio Abajo project, belonged to the disappeared, treasured by their mothers and other family members like relics. But in this case the objects have been delivered permanently to the artist in order to give them "a dignified resting place,” in the words of one family member delivering objects (Diettes archive). Relatives of victims traveled from Choco, Uraba, Antioquia, and other parts of Colombia to bequeath these things that would show the world their pain and what they had lost. What makes a
person give up something he or she has saved for years, sometimes fifteen or twenty years or passed through generations, that first fed the hope of a possible return and that achieved the status of heirloom? They are the garments that were in contact with the bodies of the missing, garments that are infused with the aura and the smells that carry a sensitive memory. What is it that causes these people to travel long hours to ritualistically
bid farewell to these beloved items that have represented their hope that their loved ones were still alive, in order to bury them, definitively, as though they were being interred in a temple, thereby also giving up that hope?